Ni los refugiados que llegan en patera ni los veraneantes que los miran desde la toalla son los culpables del drama actual.
Culpar a las víctimas ha sido siempre una actitud injusta y propia de nuestra sociedad. A menudo hemos oído críticas despiadadas contra los desesperados refugiados que llegan de una manera u otra a Europa para reivindicar su derecho a un futuro mejor. Y ahora últimamente hemos oído algunas otras que apuntan contra los veraneantes que a veces aparecen fotografiados, con nocturnidad y alevosía, tomando el sol justo en el momento en que llegaban a las costas unos cuantos africanos moribundos. Y con esto me viene a la mente la fotografía de Javier Bauluz, como tantas otras que se han publicado.
Se pueden decir muchas cosas contra unos y contra otros, pero estoy convencido de que la dirección real de nuestras críticas por los momentos convulsos que estamos viviendo no es ésta, sino la que apunta a los gobiernos europeos por su incapacidad de gestionar esta realidad, la obcecación de algunos estados para levantar muros y vallas en las fronteras, la brutalidad policial contra el derecho universal a la migración, la situación catastrófica que están viviendo los países del sur y, sí, también, la responsabilidad histórica que tenemos los países del norte.
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