Ha sido una sorpresa agradable descubrir el Ngugi wa Thiong'o como ensayista, después de mi primera frustración en la lectura de su novela No llores, Pequeño. Ahora he entendido por que Thiong'o suena como un posible Premio Nobel y, sobre todo, siento solidaridad por un escritor que defiende y entiende la lengua como un valor de identidad contra la opresión colonial y, sobre todo, neo-colonial.
Aunque sigo teniendo dudas de que el trabajo de la traductora de este libro sea ajustado (me hubiera gustado más haber leído la versión original en inglés), las palabras de Thiong'o en este conjunto de ensayos-conferencias demuestran un discurso muy bien estructurado durante años y que parte de la idea de que los mismos africanos, y en particular los keniatas, deben romper las cadenas que llevan atadas desde hace más de cien años y abandonar esta supeditación a los valores culturales e ideológicos del colonialismo. El movimiento, dice Thiong'o, debe empezar por la misma Kenia. La liberación y defensa de las lenguas africanas, con todo lo que ello conllevan, permitirá recuperar la esencia africana.
Thiong'o repite demasiado algunos de los conceptos, quizás porque se trata más de un compendio de conferencias que de un libro en sí mismo, pero no hay contradicciones ni vacíos en un discurso que quiere romper una dinámica aún muy difícil de desmontar. El trabajo de imposición educativa que el colonialismo realizó fue tan duro como eficaz, y ahora cambiarlo supone desmontar unos valores hasta ahora concebidos como buenos e incluso corre el riesgo de ser perseguido por unas autoridades locales que prefieren el sistema neo-colonial a otro que les quite los privilegios capitalistas que tanta desigualdad han impuesto.
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