El Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) ofrece hasta el 25 de mayo una apasionante exposición gráfica de Joan Colom, el fotógrafo de la calle por excelencia de Catalunya, popularmente conocido por su extenso trabajo en el barrio del Raval. Joan Colom es un talento que se merece la etiqueta del Cartier-Bresson catalán. Sus imágenes más conocidas son aquellas que captó entre los años 50 y 60, pero en el MNAC vemos también muchas de su última etapa de los 90 y los primeros años del siglo XXI.
«Yo sólo hacía fotografía y buscaba imágenes que me emocionaran. Yo hacía la calle» dijo Joan Colom en algún momento. Lo que sale son, en su mayoría, prostitutas de calle hablando con sus clientes, pero también encontramos muchos sin techo y vagabundos, alcohólicos, enanos, turistas, transexuales, niños… Toda una fauna que él «caza» la mayoría de veces con la cámara escondida y disparando sin ni siquiera mirar por el visor.
Me da miedo criticar un monstruo del arte como Joan Colom, pero después de salir del MNAC me he preguntado si aquel hombre vomitando en un árbol de la Rambla, el que se rompió la cabeza en una acera, el borracho durmiendo la «mona» en un banco o la turista enseñando inconscientemente las bragas mientras come un bocadillo estarían contentos de verse en esta exposición. Joan Colom ha publicado y mostrado muchas imágenes en las que la dignidad de la persona queda en duda y nunca ha pedido su aprobación. Sí, es cierto que todas las fotografías han sido tomadas en espacios públicos, pero la intención y la perspectiva de su trabajo es, cuando menos, éticamente debatible.