Ya lo cantaba Jarabe de Palo en el 2001: «La pureza está en la mezcla». Parece una obviedad, pero hay que recordarlo a menudo porque parece fácil olvidarlo.
German, un joven de 23 años de San Salvador, llegó a Cataluña hace dos años escapando de la violencia juvenil que invadía su ciudad. Ha estado mucho tiempo sufriendo hambre y durmiendo en las calles de Barcelona. El gobierno español le ha denegado ya dos veces su petición de asilo, pero ahora parece que las cosas empiezan a irle bien. Está estudiando para convertirse en trabajador social y tiene algunos empleos mal pagados que le ayudan a sobrevivir. Pero lo más sorprendente de todo es que después de este tiempo de adaptación ya habla un catalán fluido y ha participado activamente en la construcción de los mejores ‘castells’ (castillos humanos) de los Saballuts de Sabadell (Cataluña).
Este mundo es, sin duda, un entramado que da a menudo soluciones tan ricas como ésta de German. Y ya basta de los cansinos clichés sobre la inmigración.
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