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La última moda de Milán

Milán es la ciudad del Duomo, la capital de la moda y la sede de la Expo 2015. Pero es también la puerta de entrada a Europa para miles de refugiados.

Un joven recién llegado duerme sobre su maleta frente a la estación central de trenes de Milán. Foto de Albert González Farran, para la OIM y Save the Children.
Un joven recién llegado duerme sobre su maleta frente a la estación central de trenes de Milán. Foto de Albert González Farran, para la OIM y Save the Children.

Es dolorosa la contradicción de la ciudad de Milán, que hoy en día celebra una Expo dedicada a erradicar el hambre en el mundo, pero que a la vez se queja de la «invasión» de miles de personas procedentes de África y Asia, en busca del sueño europeo.

La emergencia de las pateras rescatadas en Lampedusa y Sicilia se ha convertido en una rutina que ha acabado afectando esta ciudad que quiere reivindicar su cosmopolitismo, pero a la que se le escapa un cierto provincianismo conservador cuando masculla, con los dientes cerrados, que ya basta de tantos extranjeros sucios y desarreglados.

Los esfuerzos de la administración local y la incansable dedicación de una parte de la población para atender a los recién llegados es poco comparado con una situación que puede convertirse en una bomba si los países europeos no toman una decisión rápida y razonada para dar una solución a tanta gente que reivindica su derecho a un presente mejor. Un presente que, por razones históricas, es también responsabilidad de las potencias del norte.

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