El hambre hace que muchos sursudaneses se agachen sin manías para aprovechar hasta la última migaja de comida.
Años atrás vi el documental Los espigadores y la espigadora, de Agnés Varda, un trabajo que siempre he tenido impreso en la retina. Trata de todos aquellos colectivos que se dedican a recoger y aprovechar lo que otros tiran. Desde el instante que vi la película, me he encontrado con espigadores por todas partes donde he viajado, pero nunca tantos como en el Sudán del Sur. Aquí, la última migaja tiene un valor que en otros lugares no se tiene ni en consideración. Botellas vacías de plástico, agua encharcada, bolsas y periódicos … y sobre todo, en lugares donde las organizaciones humanitarias distribuyen comida, siempre hay un grupo de espigadoras que se agachan para recoger los granos de trigo que han quedado perdidos por el suelo. Es una tarea que para unos roza los límites de la dignidad humana, pero para otros es una lección de aprovechamiento de todo lo que se desperdicia.
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