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Levantarse del suelo

© Peter Magubane
© Peter Magubane

La vida de muchos fotógrafos es de una constante auto-superación, no sólo de las propias limitaciones, sino básicamente de los obstáculos que se van cruzando por el camino. Estar en la primera línea de frente es bastante difícil, pero todavía lo es más cuando la realidad del fotógrafo está íntimamente ligada a la que él mismo está denunciando. Hablo de aquellos profesionales que están atrapados por su condición, aquellos que no tienen escapatoria porque han elegido la vía más valiente, aquellos que están perseguidos por los prejuicios de su propia sociedad.

Un caso ejemplar que he descubierto recientemente es el de Peter Magubane (Johanesburgo, 1932), un fotógrafo sudafricano que vivió los momentos más convulsos del apartheid. Pese a los peligros que corría por ser como es (negro y fotoperiodista) persistió en su vocación de explicar las injusticias que fustigaban entonces a su país. La suya es una historia de caídas y retornos que hacen sacar el sombrero: en 1969 fue arrestado y confinado a una celda de aislamiento por fotografiar una manifestación en favor de la mujer de Nelson Manela; en 1970 el gobierno le acusó de comunista y terrorista; en 1972 lo volvieron a arrestar, lo encarcelaron durante seis meses y, una vez liberado, le prohibieron coger una cámara durante cinco años (el castigo que más le dolió); en 1976, la policía lo apalizó por cubrir unas protestas en Soweto; y en 1985, estuvo hospitalizado una semana herido de bala tras una carga policial en un funeral en Johanesburgo.

La vida de Magubane no es la de un simple fotógrafo, sino la de una persona comprometida hasta los tuétanos. No sólo por la causa negra en Sudáfrica, sino también por la de cualquier tipo de injusticia. “Soy una persona negra que tenía que liberarme y que, a la vez, tenía que liberar a mis opresores y a mi pueblo a través de la cámara”. No haber abandonado su país fue, según él, un de las mejores decisiones porque le permitió ser parte de este histórico proceso de liberación. “Pese a que sufrí mucho y estuve castigado gran parte de mi vida, no tengo ningún rencor, porqué sé que esto me ayuda. De hecho, la venganza me habría destruido”.

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