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Pornografía

Muchos critican el fotoperiodismo actual de ser descarnadamente frívolo con las desgracias ajenas. Muchos critican los medios actuales por publicar imágenes pornográficas, gratuitamente crudas.

Reconocidos fotógrafos como Sebastiao Salgado han sido a menudo repudiados por querer hacer “poesía” con las desgracias de los otros, por pretender “embellecer” la miseria más cruda que encarniza nuestra sociedad.

Pero muchos no saben que la publicación de imágenes cruentas no sólo es un producto de nuestros días. Se remonta a muchos años atrás, cuando ya había la necesidad de dar a conocer las calamidades y las injusticias en territorios lejanos.

Como en esta fotografía anónima captada a principios del siglo XX en el Congo, cuando todavía estaba bajo la colonización sanguinaria del rey Leopoldo de Bélgica. El hombre que aparece en la imagen se llama Nsala y está mirando fijamente los fragmentos (la mano y el pie) que han quedado de su hija de cinco años asesinada.

Las fotografías publicadas sobre el Congo belga dieron la vuelta al mundo e hicieron posible que los países que entonces dominaban el orden mundial manifestaran públicamente su rechazo a las salvajes pretensiones del rey Leopoldo.

Seguramente la fotografía no puede resolver nunca nada de lo que está ocurriendo en el mundo (Libia, Siria, Afganistán…) pero sí que puede influir en la opinión de la gente. Porque siempre es mejor una conciencia “molestada” por una imagen repugnante que otra que ignora lo que está ocurriendo.

Muchos pueden decir que se está publicando demasiada pornografía, pero nadie denunciará que hay una falta de información. El fotoperiodismo nos ha salvado de la ignorancia.

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