Creo que ja había visto todas las reacciones posibles de la gente ante mi cámara. Pero no.
Durante mis 17 años de carrera, he fotografiado personas riendo, llorando, cantando o sobre-actuando. He hecho fotos de gente que quería expresar sus alegrías y éxitos, y otros que querían difundir sus problemas y tristezas. Pero todavía no me había encontrado la reacción de la niña de ayer en el campamento de desplazados de Juba, en el Sudán del Sur.
Sus amigas estaban jugando con el hula hoop en un centro recreativo para niños desplazados y justo cuando me ponía la cámara en posición de disparar, la niña se tapaba los oídos con cara de angustia.
Los más de dos años de guerra civil en el país ya empiezan a ser una losa muy pesada para una generación que ha vivido un drama desde edades muy tempranas.
Un estudio reciente dice que más del 60% de la población sur-sudanesa ha sufrido la muerte de un familiar por culpa del conflicto. Y en algunas poblaciones, el porcentaje roza el 100%. Unas cifras que hacen entender la reacción de esta niña que se pensaba que en lugar de inmortalizar una escena, pensaba que yo iba a provocar una escena en mortal.
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