Ayer descubrí a Antoni Arissa y me impresionó la fortaleza de sus composiciones y luces, pero todavía más el tono con el que fotografiaba su realidad.
Según los biógrafos, Antoni Arissa (1900-1980) no estaba tan interesado en el trabajo documental como en la experimentación creativa, que le llevó a jugar con las luces y las formas. Sin duda su trabajo es espectacular, pero por «deformación» profesional yo me concentré más en su obra realista, la que pertenece a su primera época.
Los bellos rostros del mundo rural, algún pictorialismo desenfocado, la Barcelona de Primo de Rivera y la interpretación mágica e incluso surrealista de la infancia hacen de Antoni Arissa un avanzado en su tiempo que, llegada la Guerra Civil, quedó truncado.
Ahora, el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) ha recuperado su obra de entre las sombras y recomiendo sacarse el sombrero antes de entrar.