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Arruinados de clase media

La clase media en el Sudán del Sur no sólo está desapareciendo. Se está arruinando.

Tabitha, profesora de universidad, cobra 200 dólares al mes con los que tiene que mantener a cinco hijos. Foto de Albert González Farran
Tabitha, profesora de universidad, cobra 200 dólares al mes con los que tiene que mantener a cinco hijos. Foto de Albert González Farran

Las recientes investigaciones de la plataforma The Sentry denuncian que líderes políticos del Sudán del Sur han hecho «desaparecer» durante los últimos años miles de millones de dólares procedentes de la ayuda internacional y ahora lucen sin vergüenza viviendas de lujo en el extranjero, cuentas bancarias millonarias y viajes de placer en primera clase y hoteles de cinco estrellas. Mientras tanto, el país está arrastrando una de las crisis humanitarias más duras de la historia y del planeta. Con una inflación que supera el 800%, cinco millones de personas con necesidad alimentaria urgente y 2,5 millones de desplazados y refugiados por culpa de una guerra civil interminable, el país está en quiebra total. Y la realidad más triste es que los ciudadanos de clase media, aquellos que tienen trabajos estables y más o menos importantes, y que se les supone el motor para sacar al país del pozo, no sólo están desapareciendo, sino que también se están arruinando. Médicos, profesores, funcionarios, empresarios… tienen sueldos ridículos que no sirven ni para cubrir los gastos médicos o el agua potable de sus familias. Betty, una enfermera que hace 24 años trabaja en un hospital de Juba, tiene ahora un sueldo devaluado de 10 dólares al mes, pero hace cuatro que no cobra porque no hay dinero en las arcas del ministerio. Moses, que regenta un puesto de fruta en el centro de la ciudad, ha enviado a su familia a Uganda para que en calidad de refugiados tengan comida asegurada; y Tabitha, una profesora de universidad con un sueldo «alto» de casi 200 dólares al mes, debe rezar para que sus hijos no se pongan enfermos y hagan peligrar la economía familiar. La clase pobre está aumentando de forma desesperada en el país más joven del mundo y pronto ya no quedará nadie para remontarlo.


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