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Discapacitados y desplazados

En los países que sufren graves dificultades, los más débiles son los que lo pagan más caro.

Levi Sunday, presidente de la asociación de ciegos de Juba, Sudán del Sur, lee un libro en Braille. Foto de Albert Gonzalez Farran, AFP
Levi Sunday, presidente de la asociación de ciegos de Juba, Sudán del Sur, lee un libro en Braille. Foto de Albert Gonzalez Farran, AFP

Se aplica una ley natural muy dura en aquellos lugares donde hay injusticia, guerra o hambre o todo a la vez, como es el caso de Sudán del Sur. Los discapacitados de este país, ciegos, sordos, mudos, parapléjicos, enfermos mentales o simplemente aquellos que han sufrido las consecuencias de la actual guerra civil, están totalmente abandonados a su propia fortuna. No hay ninguna ley específica en el país que los proteja, que reconozca sus derechos e, incluso, se aplica contra ellos una discriminación social y cultural que es prácticamente imposible superar. No tienen demasiados instrumentos para superar sus limitaciones, la gente los rechaza o se ríe por su apariencia física, no existe ninguna cobertura gubernamental y la atención médica pública es prácticamente inexistente. Casi todos se exponen a la buena disposición de sus familiares y vecinos que cuidan de ellos hasta que, quién sabe si en un futuro próximo, se apliquen las condiciones para que puedan valerse por sí mismos y contribuir al desarrollo de su país.

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